La presidenta Claudia Sheinbaum está por comenzar su segundo año de mandato con un panorama complejo. Los retos se observan al interior de México como en política exterior.
El principal desafío reside en la esfera internacional. La revisión o renegociación, dependiendo de las condiciciones, del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC) resulta la tarea más importante. Este acuerdo comercial constituye una pieza fundamental de la arquitectura económica del país.. Regula el comercio con la nación a la cual el país envía la mayor parte de sus exportaciones. Ochenta por ciento del comercio exterior mexicano ocurre con Estados Unidos. Si esta pieza clave se vulnera, se trastoca al conjunto de la economía mexicana, no solo al sector exportador. Hay un consenso; el T-MEC es el ancla de la economía mexicana.
En este mismo reto se suman las presiones y las amenazas continuas de Donald Trump al combinar temas de seguridad con comercio y migración. Incluso ha exigido las cabezas de la clase política" como condición para mantener una buena relación bilateral. Claudia Sheinbaum ha logrado hasta ahora llevar la relación bilateral con éxito.
En el ámbito doméstico, la corrupción se erige como un problema central. Los señalamientos de los vínculos entre miembros de la clase política morenista y el crimen organizado están en varios frentes. Por ejemplo, el escándalo del huachicol fiscal representa uno de los grandes desafíos de la administración. Este negocio ilícito ya obligó a la Presidenta a realizar señalamientos contra una de las principales instituciones mexicanas: la Marina Mexicana.
El liderazgo dentro del movimiento de la Cuarta Transformación también exige firmeza. La Presidenta necesita unidad y asumir el mando. Su estilo de no confrontación, ha evitado los tradicionales manotazos sobre la mesa. Su decisión de no confrontar la herencia del Andrés Manuel López Obrador y las imposiciones en puestos clave, comienzan a cobrarle facturas.
La gran pregunta es si esta estrategia de suavidad es sostenible ante la gravedad de los escándalos. El estilo de la presidenta se está construyendo, pero el costo de seguir navegando sin confrontar el legado resulta enorme, sobretodo cuando apenas inicia su segundo año al frente del país.
La gran pregunta es si esta estrategia de suavidad es sostenible ante la gravedad de los escándalos. El estilo de la presidenta se está construyendo, pero el costo de seguir navegando sin confrontar el legado resulta enorme, sobretodo cuando apenas inicia su segundo año al frente del país.