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Las cifras de desempleo en México: poco que celebrar

La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó recientemente que México es el segundo país con menor desempleo del mundo, con una tasa de 2.7%, solo detrás de Japón. El dato suena alentador, pero tiene una serie de claroscuros. La cifra proviene de un sitio de internet llamado Datosmacro.com, que no aclara de dónde obtiene la información, solo considera a 46 países y no explica su metodología. Con bases tan frágiles, sostener una afirmación de ese calibre es una falacia. 

Si se revisan fuentes oficiales y comparables, como el Banco Mundial, la historia es distinta. En esos registros, México no ocupa el segundo lugar, sino alrededor del lugar 31 en tasas de desocupación. Además, los países con menor desempleo no suelen ser potencias con mercados laborales sólidos, sino economías con alta precariedad. En los primeros lugares aparecen Qatar, Camboya, Nigeria, Tailandia o Burundi, todos con una tasa de desempleo menor a 1%, pero también países donde la mayoría trabaja en condiciones informales, con bajos salarios y sin protección social. 

México no es la excepción. Según datos del INEGI, 54.8% de las personas ocupadas trabajan en la economía informal, sin acceso a seguridad social, prestaciones de ley ni estabilidad. Que alguien tenga “empleo” no significa que tenga un buen empleo. Muchas personas toman ciertos empleos porque no tienen alternativa, aunque sea en condiciones precarias. En México, según reporta el INEGI, la pobreza laboral es de 35.1% en 2025, lo que quiere decir que este porcentaje de personas, aún teniendo un empleo, es pobre porque sus ingresos son bajos y enfrenta otras dimensiones de vulnerabilidad. 

Por eso, celebrar un supuesto segundo lugar mundial con datos no oficiales y una muestra incompleta resulta poco responsable. Más aún cuando se excluyen casi por completo a África y Asia, donde suelen registrarse las tasas más bajas de desempleo precisamente por la informalidad y la precariedad laboral. 

El verdadero reto no es presumir un número, sino mejorar la calidad del empleo. Fortalecer la economía formal, garantizar derechos laborales y generar trabajos bien remunerados debería ser la prioridad. México sí tiene bajo desempleo, pero también tiene un mercado laboral frágil.