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¿Quiénes están jugando con el desabasto de medicamentos?

¿Quiénes están jugando con el desabasto de medicamentos?

Ayer se filtró un audio publicado por El Universal en el que el Subsecretario de Integración y Desarrollo del Sector Salud, Eduardo Clark, se dirige con firmeza a representantes de farmacéuticas. El funcionario, muy serio, asegura que “no está jugando” y exige que las farmacéuticas entreguen los productos en los que hay retrasos. 
“Ya no estamos jugando, tienen 15 días. Si en 15 días, en dos semanas, yo veo lo mismo, van mis oficios a [la Secretaría] Anticorrupción y de Buen Gobierno, van mis oficios directamente hacia el área de IMSS Bienestar. No me importa el costo y el tiempo que nos tome rescindirlo, ya no estamos jugando”. 
En la misma reunión, Alejandro Svarch Pérez, director general del IMSS Bienestar, apoyó las palabras del subsecretario y añadió “yo no entiendo realmente la razón del incumplimiento en este grupo de empresas”. 

Juan de Villafranca, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos, declaró que “nadie está jugando”. Señaló que las empresas de su sector necesitan reglas claras en procesos de licitación y que el gobierno salde sus adeudos, que se estiman en 14 mil millones de pesos de 2023 a la fecha. 

La seriedad de los funcionarios gubernamentales parece necesaria ante la grave situación de desabasto de medicamentos en el país. Sin embargo, el problema no es reciente y no atañe únicamente a las empresas proveedoras. Según la organización Cero Desabasto, entre 2019 y 2023 se acumularon más de 80 millones de recetas no surtidas. La responsabilidad del abasto de medicamentos no es, en última instancia, de las empresas, sino del gobierno, y han pasado siete años de crisis en esta área. 

En 2019, el gobierno de López Obrador cambió de forma abrupta el modelo de compras públicas. En ese momento, se centralizó la adquisición en la Secretaría de Hacienda y después en el INSABI, quitando a las instituciones de salud la posibilidad de gestionar directamente sus insumos. La transición se hizo sin un plan logístico sólido. El resultado fue una cadena de retrasos, contratos desiertos y una incapacidad para distribuir los productos. La dependencia de importaciones y la exclusión de distribuidoras nacionales con experiencia agravaron el problema. La pandemia solo vino a profundizar la crisis. 

Hoy, aunque hay una mejoría en el flujo de insumos, el problema persiste. Señalar a las farmacéuticas no resuelve la raíz del desabasto: falta planeación, infraestructura, transparencia y coordinación entre autoridades. La amenaza o el regaño no garantizarán que los medicamentos lleguen a tiempo a hospitales y clínicas. Mientras el gobierno y las empresas discuten, son los pacientes quienes pagan las consecuencias.