¿Puede Rubén Rocha Moya seguir hablando de paz en Sinaloa?
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, ha insistido una y otra vez en que su estado vive en paz, a pesar de que la experiencia cotidiana de los sinaloenses sea otra, especialmente la de los culiacanenses. Pero la realidad se impuso ayer de manera estrepitosa: una camioneta oficial asignada a su hija y en la que viajaba su nieta fue atacada a balazos.
El hecho evidencia que la violencia está tan esparcida que no distingue entre ciudadanos de a pie y las familias de quienes ocupan el poder, a pesar de las escoltas y los autos blindados. Afortunadamente, no hubo víctimas mortales, aunque dos policías que custodiaban a la nieta del gobernador fueron heridos, uno de ellos de gravedad.
El gobierno estatal se apresuró a calificar lo ocurrido como un intento de robo de vehículo. Sin embargo, hasta ahora no ha presentado pruebas que sustenten esa versión. Lo cierto es que la camioneta recibió disparos mientras circulaba, lo que inevitablemente genera inquietud sobre la verdadera motivación del ataque. En un estado sumido en la violencia y ataques armados constantes entre grupos criminales, no resultaría descabellado pensar en la posibilidad de un ataque directo a la familia del gobernador. Ésta es, cuando menos, una línea que las autoridades deberían explorar en la investigación e informar a la ciudadanía. Pretender dar carpetazo con explicaciones rápidas, sin investigaciones claras, sólo alimenta la desconfianza.
La contradicción es aún más evidente porque ese mismo día Rocha Moya y el Secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch, ofrecieron una conferencia para presumir avances en la estrategia de seguridad en Sinaloa. El contraste entre el discurso oficial y los hechos en las calles resulta pasmoso.
Sinaloa es un estado marcado por la presencia del crimen organizado, por décadas de impunidad y por la explosión en los niveles de violencia pública desde hace un año. Que el ataque llegue hasta la familia del propio gobernador debería ser una llamada de alerta.
¿Seguirá Rocha Moya repitiendo que hay paz, aun cuando la violencia ya tocó a su propia puerta?