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Alejandro Encinas a la OEA: consolidación de la diplomacia de premios y favores

Alejandro Encinas a la OEA: consolidación de la diplomacia de premios y favores 

La designación de Alejandro Encinas como embajador de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA) consolida en el morenismo la vieja práctica priista de usar nombramientos diplomáticos como premios de consolación y pago de favores políticos. 

Encinas no tiene experiencia relevante en política internacional, lo mismo que Genaro Lozano, enviado a Italia, o Juan Ferrer, representante de México en la UNESCO y recordado por el desastroso fracaso del Insabi. Lejos de fortalecer la política exterior, estos nombramientos parecen responder a cálculos políticos internos, más que a la necesidad de representar a México con profesionalismo. 

El panorama es aún más claro al mirar la lista de exgobernadores priistas que encontraron en las embajadas un refugio y, en algunos casos, un premio por haber facilitado la llegada de Morena al poder en sus estados: Claudia Pavlovich de Sonora, hoy en Panamá; Quirino Ordaz de Sinaloa, en España; Carlos Aysa de Colima, en República Dominicana; Omar Fayad de Hidalgo, en Noruega; Carlos Joaquín de Quintana Roo, en Canadá. La mayoría fueron nombrados por López Obrador, pero la presidenta Claudia Sheinbaum no sólo los ha mantenido, sino que incluso movió a Pavlovich del consulado en Barcelona a la embajada que ahora encabeza. 

La práctica priista de usar las embajadas como retiros dorados o exilios disimulados está más viva que nunca. A pesar de que Sheinbaum no ha hablado con el mismo desprecio que López Obrador sobre la diplomacia, con estos nombramientos confirma que, fuera de la relación con Estados Unidos, considera que la política exterior es un ámbito secundario.