El flujo de remesas hacia México enfrenta su peor racha reciente. El envío de dinero cayó en agosto, marcando el quinto mes consecutivo de descenso. Aunque la cifra mensual sigue siendo alta, superando los 5,000 millones de dólares, la prolongada debilidad pronostica un impacto mayor a la caída anual del 5% proyectada inicialmente.
Esta desaceleración tiene dos explicaciones complementarias. La principal se centra en la economía de Estados Unidos. La nación de las barras y las estrellas genera mucho menos empleo que el año pasado, que en 2023. Esta debilidad golpea directamente a los migrantes que trabajaban en los sectores de construcción, manufactura y servicios.
A la crisis laboral se suma la intensa persecución migratoria. Las redadas ocurren en centros de trabajo y lugares donde los mexicanos se reunen para comprar para rezar y para jugar fútbol. Tras la reunión de ayer de militares con Trump, es previsible que la retórica política agrave la situación. Los discursos de figuras políticas relevantes, anticipan que las redadas se van a poner peor. El mensaje claro para los migrantes sin papeles resulta ser: no te asomes ni a buscar trabajo.
El bienestar de las familias se verá mermado pues las remesas son el principal generador de ingreso en regiones completas del país. En zonas de Michoacán, Chiapas, Guerrero y los Altos de Jalisco, estas divisas se utilizan para sus necesidades básicas y para sobrevivir. Los fondos llegan con mayor profundidad que la propia política social del país.
La importancia macroeconómica de estos flujos es incuestionable. En 2024, las remesas totalizaron 64,000 millones de dólares, más que el petróleo y el turismo juntos. Si los envíos caen, esta situación vulnera a millones de hogares que dependen de estos ingresos mensuales.
El problema tiene una dimensión financiera oculta. La apreciación del peso hace que los migrantes sientan que el dinero vale menos. Adicionalmente, el efecto combinado de la inflación y el tipo de cambio significa que la caída de 8% reportada en agosto representa una pérdida real de capacidad adquisitiva de alrededor del 10 y 12%. Los millones de hogares que dependen de remesas verán una contracción de $2,000 pesos en promedio mensual, lo cual significa un sacrificio a su calidad de vida.
El impacto ya se siente en la economía doméstica. Este desplome representa una contracción del mercado interno. Analistas advierten que no existe señal que indique que el flujo se vaya a recuperar. El país se acerca a un estado donde la economía crece menos que la inflación, lo que constituye una definición clásica de recesión. Recordemos que el sexenio pasado se les llamó héroes a los migrantes, veremos si su capa económica resiste.