El Club América no sólo es una potencia deportiva en México, también se ha convertido en un actor relevante en el ámbito financiero tras su cotización en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). A través de la empresa Grupo Ollamani, que agrupa al club, al Estadio Azteca, al negocio editorial de Televisa e incluso a una casa de apuestas, Club América dio un salto hacia el mercado de capitales en febrero de 2024.
Cuando Grupo Ollamani empezó a cotizar, el precio de salida fue 11.50 pesos por Certificado de Participación Ordinaria (CPO) y en cuestión de horas subió rápidamente a cerca de 22 pesos por título. Según el folleto de la empresa, su valor de mercado reportado a agosto de 2025 fue de aproximadamente 119.4 millones de dólares.
Este nuevo estatus bursátil del América repercute de maneras importantes en el futbol mexicano: primero, subraya la profesionalización financiera y operativa de los clubes, que ya no dependen únicamente de taquilla, patrocinios o derechos de transmisión, sino que pueden acceder al mercado de capitales para financiar infraestructura, crecimiento y remodelaciones (en este caso, el Estadio Azteca está incluida en la escisión y puede beneficiarse de estos instrumentos).
Segundo, abre un precedente para otros equipos de la liga al demostrar que su marca, su afición y sus activos tienen valor como empresa pública. Esto puede alentar a que más clubes busquen formas de capitalizar sus operaciones, generar mayor transparencia, y posicionarse como negocios sostenibles. En un entorno donde el fútbol mexicano busca mayor competitividad regional e internacional, este tipo de movimientos pueden cambiar la lógica de inversión, gestión y crecimiento.
Tercero, existe impacto en la relación entre deporte y negocios: los rendimientos bursátiles y los ojos del mercado hacen que cada desempeño, cada remodelación de estadio, cada patrocinio o ampliación de marca tenga consecuencias más allá de lo deportivo. Eso puede influir en cómo se estructuran los presupuestos, en qué tanto se invierte en cantera, en marketing o en infraestructura, y en qué grado los hinchas, los inversionistas y los analistas bursátiles ponen atención al “activo político-deportivo” que representa un club como el América.
El impacto para el resto de los clubes es tanto una oportunidad como un reto: ver si pueden replicar ese camino o adaptarse a un nuevo estándar. En suma, el valor bursátil del Club América simboliza un paso hacia una nueva era del futbol mexicano en la que deporte y finanzas convergen de manera cada vez más evidente.
Cuando Grupo Ollamani empezó a cotizar, el precio de salida fue 11.50 pesos por Certificado de Participación Ordinaria (CPO) y en cuestión de horas subió rápidamente a cerca de 22 pesos por título. Según el folleto de la empresa, su valor de mercado reportado a agosto de 2025 fue de aproximadamente 119.4 millones de dólares.
Este nuevo estatus bursátil del América repercute de maneras importantes en el futbol mexicano: primero, subraya la profesionalización financiera y operativa de los clubes, que ya no dependen únicamente de taquilla, patrocinios o derechos de transmisión, sino que pueden acceder al mercado de capitales para financiar infraestructura, crecimiento y remodelaciones (en este caso, el Estadio Azteca está incluida en la escisión y puede beneficiarse de estos instrumentos).
Segundo, abre un precedente para otros equipos de la liga al demostrar que su marca, su afición y sus activos tienen valor como empresa pública. Esto puede alentar a que más clubes busquen formas de capitalizar sus operaciones, generar mayor transparencia, y posicionarse como negocios sostenibles. En un entorno donde el fútbol mexicano busca mayor competitividad regional e internacional, este tipo de movimientos pueden cambiar la lógica de inversión, gestión y crecimiento.
Tercero, existe impacto en la relación entre deporte y negocios: los rendimientos bursátiles y los ojos del mercado hacen que cada desempeño, cada remodelación de estadio, cada patrocinio o ampliación de marca tenga consecuencias más allá de lo deportivo. Eso puede influir en cómo se estructuran los presupuestos, en qué tanto se invierte en cantera, en marketing o en infraestructura, y en qué grado los hinchas, los inversionistas y los analistas bursátiles ponen atención al “activo político-deportivo” que representa un club como el América.
El impacto para el resto de los clubes es tanto una oportunidad como un reto: ver si pueden replicar ese camino o adaptarse a un nuevo estándar. En suma, el valor bursátil del Club América simboliza un paso hacia una nueva era del futbol mexicano en la que deporte y finanzas convergen de manera cada vez más evidente.