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La nación mexicana encara el reto económico más relevante de la década con firmeza institucional. Claudia Sheinbaum descartó elaborar un tratado inédito, prefiriendo optimizar el marco legal vigente. Pese a las sugerencias de Donald Trump sobre sustituir el acuerdo comercial, la mandataria subrayó que el esquema actual rinde frutos positivos para la región norteamericana.
El diálogo formal arrancará en enero bajo un clima de comunicación constante. La jefa del Ejecutivo resaltó las declaraciones recientes de Jamieson Greer, embajador comercial estadounidense, quien admitió ante el Senado la utilidad del vínculo tripartito. Aunque Washington pretende ajustar detalles operativos, México prioriza la continuidad jurídica. "Desde mi perspectiva es difícil que esto vaya a ser así", afirmó la Doctora respecto a redactar un texto desde cero que requiera aval parlamentario total.
La estrategia federal integra a las secretarías de Economía, Hacienda y Relaciones Exteriores para este proceso. Marcelo Ebrard gestiona el contacto directo con personajes estratégicos como Scott Bessent, titular del Tesoro norteamericano. En reuniones previas, el líder republicano pidió a sus homólogos vecinos "que siguiéramos trabajando" con sus oficinas especializadas para armonizar las políticas regionales. Esta directriz facilita la transición hacia la mesa de debate técnica.
Para blindar los intereses patrios, el Gobierno incorporará activamente al sector privado en las etapas de análisis. La Presidenta reconoció que enfrentarán una "revisión que puede ser compleja en algunos temas", pero confía plenamente en la capacidad técnica de sus negociadores. Se buscará el respaldo de empresarias y especialistas para asegurar que cada cláusula proteja la inversión nacional. Con este despliegue diplomático, el país busca estabilidad financiera sin ceder soberanía ni arriesgar el flujo de mercancías. La administración apuesta por la profesionalidad del equipo interno para navegar las exigencias de sus socios comerciales.
